miércoles, 19 de diciembre de 2012

¿Sabes dónde te gustaría estar dentro de cinco años?


La pregunta es clara y directa: ¿Sabes dónde te gustaría estar dentro de cinco años? El 90% de la población no lo sabe o ni siquiera se lo ha planteado.

A las personas hay muchas formas de clasificarlas o categorizarlas según distintos parámetros, pero una de ellas es la siguiente:


1. Las personas que tienen claro hacia dónde van, siendo proactivos.
2. Las personas que funcionan en modo inercia, dejándose llevar, siendo reactivos.

¿Por qué es tan importante saber hacia dónde uno se dirige?

– Porque entonces puedes alinear todos los recursos, diseñar todas las acciones y concentrar todas las energías hacia ese fin. De otro modo, estás desgastando tiempo y energía, pegando palos de ciego por aquí y por allá. 

– Porque cuanto más claras, concretas y específicas son tus metas, más fácil para el Sistema de Activación Reticular cumplir su objetivo. El cerebro es un órgano buscador de soluciones que absorbe toda la información necesaria del entorno para hacer realidad su objetivo cuando este es preciso. De otro modo, no presta atención a la información porque no sabe cuál es útil y necesaria.

– Porque es más fácil decir «No». Cuanto más claras tienes las cosas, más fácil es tomar decisiones, porque uno sabe a qué decir «Sí» y a qué decir «No». En definitiva, todo lo que contribuye a conseguir el objetivo es «Sí» y todo lo que no contribuye al objetivo es «No».

– Porque estarás más satisfecho contigo mismo. Sientes que todo tiene un cierto sentido, una cierta lógica, que te mueves hacia un lugar concreto. Como decía León Dandú, «la vida, cuanto más vacía, más pesa». No hay nada peor que funcionar como una veleta que se mueve en la dirección que sopla el viento. Estar desorientado frustra mucho.

El estudio de Harvard de 1953

Es muy conocida una investigación llevada a  cabo en Harvard en el año 1953. Se preguntó a los estudiantes de MBA si tenían claras sus metas para el futuro y además si estas estaban puesto por escrito. Sólo el 3% habían puesto sus metas por escrito; un 10% tenía pensada sus metas pero no las habían puesto por escrito; y el 87% restante no tenían definidas sus metas.

Veinte años después, en 1973, se comprobó el progreso que habían hecho aquellos alumnos, y las diferencias resultaron notables. El grupo del 10% que tenía objetivos definidos aunque no escritos, tenía el doble de ingresos, de media, que el grupo del 87% que aseguraba no tener metas. Lo más sorprendente fue que el grupo del 3% que había escrito sus objetivos estaba ganando, de media, diez veces más que el 97% restante.

Y si no tengo claro lo que quiero, ¿qué hago?

La recomendación la dio Steve Jobs en su famoso discurso de Stanford en 2005: «Tienen que encontrar eso que aman. Su trabajo va a llenar gran parte de sus vidas y la única manera de sentirse realmente satisfecho es hacer aquello que creen que es un gran trabajo. Y la única forma de hacer un gran trabajo es amando lo que hacen. Si todavía no lo han encontrado, sigan buscando. No se detengan. Al igual que los asuntos del corazón, cuando lo encuentren lo sabrán».

Como apunta el fundador de Apple, «si todavía no lo han encontrado, sigan buscando». No te dejes adocenar por el statu quo, por lo convencional, por lo tradicional, por lo socialmente aceptable. Sigue buscando, hasta que lo encuentres. No pares.

Sólo hay un secreto: aprender a escucharse a uno mismo. Y para ello es esencial aprender a estar en silencio. Ya apuntamos en el post El miedo al silencio: «Nos da miedo el silencio. Y nos da miedo porque en el silencio se encuentran respuestas, muchas de las cuales son contrarias (a veces totalmente opuestas) a nuestra forma de vida, lo que nos produciría, primero, un gran shock emocional, y segundo, una gran ansiedad al obligarnos a tomar acción y cambiar, y por tanto, enfrentarnos a la incertidumbre; dejar atrás la inercia de la rutina, poner punto y final a un modo de vida para pasar a otro diferente».

Siempre puedes acallar tu voz interior, pero nunca eliminarla. El ronroneo nunca desaparece. Y es que como apunta Álex Rovira, «la felicidad sólo llega cuando no somos objetos de otros sino sujetosde nosotros mismos».

Algunas ideas para decidir tu camino

Apuntamos algunas reflexiones al respecto:
1. No hay nada que no esté a tu alcance. La cuestión no es si algo es o no posible, sino cómo conseguirlo. Ensayo y error. Todo es posible si te das el tiempo suficiente. No abandones un sueño por el tiempo que llevará, el tiempo pasará igual.

2. Todo tiene un precio. Cada alternativa tiene un coste. Vivir es elegir y elegir es renunciar. Cuando tomes una decisión no te fijes en lo que dejas atrás sino en lo que tienes por delante. Todo cambio implica desprenderse de ciertas cosas.

3. Cada día que pasa ya no vuelve. O dicho de otra manera, «no hay nada que tarde tanto como lo que no se empieza» (Alain). El tiempo vuela, se escapa de las manos. Robin Sharma escribía: «Si no actúas sobre la vida, ella actuará sobre ti. Los días se convertirán en semanas y las semanas en meses, y antes de que te des cuenta, tu vida habrá acabado». Duro de escuchar, pero una verdad como un templo.

4. El futuro es ahora. El futuro empieza cada mañana cuando uno se levanta. Lo importante no es dónde estabas ni dónde estás, sino dónde quieres llegar a estar. Tu pasado no es tu futuro; tu presente es tu futuro.

5. O avanzas o retrocedes. No hay término medio. Si no avanzas en la dirección de tus objetivos, te estás alejando de ellos. Cuanto tengas que tomar una decisión, piensa siempre sobre ello (ver post Ten el coraje de decir «No» a muchas cosas).

6. Presta atención a tus sentimientos. En el post Dedícate a aquello que sabes a hacer mejor decíamos: «Fíjate de qué hablas y a qué dedicas el tiempo en tus ratos libres. ¿Deporte? ¿moda? ¿viajes? ¿inversiones? Presta atención a los libros que lees, a los programas de televisión que ves, a las webs que sigues... En definitiva, qué temas te gustan y te hacen sentir bien. Los sentimientos son siempre un buen indicador de que aquello con lo que más conectas y sintonizas, un reflejo de tu yo más profundo con el que te identificas».

7. Presta atención a tus motivaciones. Todos tenemos diferentes tipos de motivaciones (conocimiento, seguridad, poder, servicio, reconocimiento, reto…) pero en cada persona adquieren una importancia distinta y siempre prevalecen unas sobre otras. ¿Lo que más te apasiona es el conocimiento? Las aulas probablemente es lo tuyo; ¿El reto es imprescindible en tu día a día? Parece que te atrae el mundo de los emprendedores; ¿La seguridad laboral es una necesidad en tu vida? La administración pública parece una opción; ¿Tienes altas necesidades de reconocimiento? Busca empleos con visibilidad social. Somos buenos en aquellas cosas que nos gustan y con las que nos sentimos más cómodos.

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